“¿Por qué no podés ser como tu hermano?”, “si te portás mal, me voy” o “no sirvís para nada” son frases que muchos adultos han escuchado o incluso repetido sin dimensionar sus consecuencias. Sin embargo, la psicología advierte que este tipo de expresiones, lejos de corregir conductas, pueden dejar marcas emocionales profundas en la infancia y prolongarse hasta la adultez.
Según un informe publicado por Infobae México, hay una serie de frases que pueden afectar la autoestima, la seguridad emocional y la salud mental de los niños. La especialista consultada, la psicóloga Andrea Toca, explica que muchas veces los padres no son conscientes del peso que tiene su palabra: “Una frase dicha en un momento de enojo puede quedarse grabada en el niño durante años”.
Entre las frases más dañinas que destaca la nota se encuentran:
“No sirvís para nada” o “sos un inútil”: expresiones que minan la autoconfianza y fomentan la inseguridad.
“Ojalá no hubieras nacido”: genera un profundo sentimiento de rechazo.
“¿Por qué no sos como tu primo?”: las comparaciones alimentan sentimientos de inferioridad.
“Los chicos fuertes no lloran”: invalida las emociones y promueve la represión afectiva.
“Si no hacés esto, no te quiero”: transmite que el amor depende del comportamiento, afectando la estabilidad emocional.
“Cállate, no sabés nada”: limita la expresión y daña la autoestima.
“Qué vergüenza me hacés pasar”: refuerza la idea de ser una carga o un problema.
La recomendación de los especialistas es prestar atención al lenguaje cotidiano, promover una crianza respetuosa y validar las emociones de los niños. “No se trata de no corregir, sino de hacerlo con empatía y contención”, destaca la psicóloga.
El uso consciente del lenguaje puede ser la diferencia entre criar a un niño seguro de sí mismo o uno marcado por heridas invisibles.