Lo destacable es que Jesica en CONIN aprendió a hacer huerta y ahora vive de eso, además de conocer y asesorar sobre las propiedades de cada una de las plantas.
“Tenía a mi hijo, pero ahora está dado de alta. Yo seguía viniendo por los talleres porque enseñan un montón de cosas”, destacó.
Jesica llega hasta el lugar en su bicicleta. Ya aprendió a hacer flores, jabones, cuadros y huerta. Tiene cuatro hijos, el mayor de 18 años, otro de 14, otro de 12, y el más chiquito de 2 años.
Llegó a Conin a través de la recomendación de un centro de salud cuando transitaba la separación de su pareja. “Es una ayuda psicológica muy buena, me despejo y llego sana a casa”, contó.
Jesica aprendió las técnicas de una huerta habitual, y decidió emprender en su propia casa para consumo familiar. Debido al espacio disponible, y a su conejo, debió diseñar una huerta aérea.
“Conin significa mucho para mi, me despeja y me enseñan. Todo el tiempo hay algo nuevo para hacer, nos apoyan psicológicamente y si nos falta algo, sabemos que el lugar está ahí para apoyarnos. Moralmente para mi, Conin significa mucho”, expresó Jesica.