Muchos argentinos padecen el síndrome que los italianos llaman “di l’uomo seduto”, del hombre sentado. Esto se entiende como la costumbre de criticarlo todo desde una posición por demás cómoda, descansada e inactiva. El hombre sentado apenas aprobó la primaria, pero todo lo sabe y sobre todo opina, sentencia, pontifica. Nada escapa a su inmensa sabiduría (astronomía, medicina, fútbol o literatura, aunque nunca haya leído un libro completo…) e imparte clases facilongas, sin títulos habilitantes ni compromisos pedagógicos.
Este tipo de personaje, una subespecie del terraplanista crónico, se siente superior a los demás hombres pues, además de sabio, se cree infalible. Algo de razón tiene, pues solo suele equivocarse quien se empeña en realizar un proceso o acción, pero nunca meterá la pata quien nada hace. Esa supuesta superioridad no deja de ser un autoengaño bastante mediocre, aunque para el hombre sentado la mediocridad siempre esté en los otros.
La vida cotidiana es pródiga en mostrarnos hombres y mujeres sentados. Por ejemplo, están quienes no son capaces de escribir una sola página con coherencia y sin faltas ortográficas, pero comentan con sarcasmo y supuesta autoridad literaria estas notas domingueras. En los ámbitos laborales existen los hombres sentados que se burlan del esfuerzo que realizan sus compañeros, mientras ellos les complican la vida, se encargan de lamerle las botas al jefe u ofician de serviles alcahuetes.
El tema favorito del hombre sentado es la política. Jamás se afilió a un partido ni militó ni salió de pegatinas nocturnas ni marchó por una causa justa o injusta, ¡pero se considera un ciudadano responsable y un estadista de fuste! “Inútil, corrupto, mediocre, chorro…”, son sus palabras favoritas para referirse a los verdaderos políticos, es decir, los que ejercen cargos y realizan actos de gobierno. “La política es sucia”, dice, por ese motivo él nunca quiso ensuciarse las manos. Y aquí hay otra característica del hombre sentado: siempre se percibe como una versión mejorada de la virgen María: puro e inmaculado hasta decir basta.
Para no ir muy lejos, diré que en Gualeguaychú, el blanco favorito de los terraplanistas sentados es el intendente Piaggio a quien, como todo hombre público, le caben las generales de la ley, por lo tanto, según sus detractores es: “Inútil, corrupto, mediocre, chorro…”. Eso lo dicen sus adversarios, mientras que los del mismo palo sostienen que es “demasiado personalista y no sabe comunicar”. De uno y otro lado siempre hay gente sentada que critica a quien ha llevado una administración activa y ejemplar. Y, siendo suave, diré que todos ellos pecan de injustos. Para desmentir a los que opinan desde la comodidad de una silla, me remitiré al libro “TRANSFORMANDO TU CIUDAD, Organización y método para un gobierno participativo y de la gente. Gualeguaychú, Entre Ríos, 2015-2019”, elaborado por un equipo de gobierno municipal.
Obras son amores y citaré solo algunas para no exceder el espacio de mi columna: Se conformó el “Banco de Tierras Municipal”, donde hay más de 60 hectáreas para facilitar el acceso de muchos gualeguaychuenses a su primera vivienda; se impulsó el programa de autoconstrucción “Hago mi casa” y el programa “Tu primer terreno”, donde el municipio entró a tallar en el mercado inmobiliario local para facilitar la compra de parcelas a precio justo y accesible. Dentro de los conceptos “Espacio Público de Calidad”, “Accesibilidad”, “Seguridad” y “Estética de la Ciudad”, se desarrolló el “Plan de Ordenamiento Territorial”, se impulsaron los programas “Mi barrio tiene acceso”, donde se mejoró la conexión de las calles barriales con las principales arterias del entramado vial; “Llego a mi escuela”, donde se trabajó en el cordón cuneta, badenes y asfaltado de zonas linderas a centros educativos y el “Programa Municipal de Veredas (Pro.Mu.Ve)”.
Para fomentar la “Estética de la Ciudad”, se construyó el Nuevo paseo de la Avenida Parque, se renovó el Paseo de La Delfina, se ganaron dos kilómetros del Camino de la Costa (con leds, bicisendas y mejora de la zona ribereña), se incorporaron seis hectáreas de costa parquizada y se recuperó el predio de Paso El Saladero y la Playa del Puente, también se puso en valor el predio del ex Frigorífico.
Como el intendente Piaggio es médico, durante su gestión se le dio mucha importancia a la salud. Dentro del Plan Multiplicar, se organizó el funcionamiento de nueve CAPS (Centros de Atención Primarias de la Salud) que son modélicos en la prevención y atención de enfermedades y, además, sirvieron como vacunatorios para miles de personas durante la pandemia. También se desarrolló el Plan de Alimentación Sana, Segura y Soberana (PASSS), y se inició el camino para que nuestra comuna sea un Municipio Saludable.
Como ven, nada de “inútil” ni “mediocre”. En cuanto a lo de “personalista”, Piaggio apeló desde el inicio de su gestión a la Participación Ciudadana. Desde esa Dirección se impulsaron los Consorcios Vecinales (para cordón cuneta, ripio o asfalto), el Presupuesto Participativo, el programa La intendencia en tu Barrio y la Dirección de Educación Popular. En cuanto a que nuestro intendente “no sabe comunicar”, me remito a recomendarles este libro para que conozcan otros logros realizados durante el período 2015-2019, coincidente con el macrismo, de signo político opuesto, que tendía a todo lo contrario: el achicamiento del Estado, el abandono de la salud (Macri convirtió el Ministerio en simpe secretaría) y la educación, que impulsó la precarización laboral y el desfinanciamiento de la obra pública.
Sé que ningún hombre sentado se preocupará en buscar el libro que comenté en estas líneas. No le interesa, porque ya lo sabe todo y además se rige por la ley del menor esfuerzo (¡Da tanto laburo leer un libro! ¿No?) El hombre sentado seguirá, como es su costumbre, apoyándose en los errores cometidos por quienes trabajan, continuará hablando de corrupción y afano, persistirá en su comodidad crítica e inmaculada. Sin embargo, quienes realmente hacen historia no son los estériles opinólogos, sino las personas de acción y obras.
José Luis Pereyra