Nerea Liebre publica su nuevo libro para niños. Aquí un anticipo

La conferencia de un famoso paleontólogo se ve opacada por una criatura que ha capturado la atención del mundo entero, desde las profundidades del lago Nahuel Huapi, un monstruo emerge para desafiar la tranquilidad de los pobladores. Un grupo de estudiantes desembarca para descubrir la verdad, pero pronto se verán envueltos en un enigma más antiguo que la leyenda misma. El anciano del pueblo guarda un secreto que permaneció oculto durante cien años y replantea todo lo que sabíamos sobre los ancestrales habitantes de nuestra Tierra. En medio de intrigas y revelaciones, Galo, Etelvina y Artigas enfrentarán sus miedos y emociones mientras desentrañan los misterios de una especie perdida en el tiempo. ¿Podrán descubrir la verdad detrás del monstruo del lago Nahuel Huapi antes de que sea demasiado tarde?

*EL PRIMER CAPÍTULO

El Colo y yo sabemos que la felicidad nunca es absoluta. Un feriado que cae domingo. Una goleada en un amistoso. Calcetines como regalo de cumpleaños. El mejor viaje de estudios desde que Sarmiento fue declarado padre del aula. Montañas nevadas, lagos zigzagueantes, comida chatarra al alcance de la mano y wifi gratis; sin embargo, la seño Marita se encargó de que nuestro paraíso se nublara de modo turbulento.

Con la excusa de que las habitaciones eran triples, nos colocó una nube lluviosa sobre nuestras cabezas, Artigas Villanueva. La cuestión con Artigas, que empezó el colegio el año pasado, en sexto, y no logró hacerse de amigos, es compleja.

Al principio nos resultaba imposible no reparar en su cara, el primer compañero con labio leporino que veíamos. La hendidura en su labio superior había sido restaurada con cirugía plástica, pero la cicatriz era notoria y él lo sabía porque cada vez que hablaba o reía, muy ocasionalmente, se llevaba la mano a la boca.

Sin embargo, no es ese el motivo por el que la mayoría de los compañeros prefiere mantenerse a cierta distancia. El problema grave es que huele mal.

Nadie quiere hacer trabajos grupales ni sentarse junto a él en el colectivo que nos lleva al campo de deportes. Gastón, que fastidia a todo el mundo, lo vuelve loco con el tema.

La seño Marita, que estoy seguro que confunde la cicatriz de la cara con el verdadero problema, vino más de mil kilómetros a su lado porque todos abrimos el paraguas a tiempo y esquivamos el asiento vacío.

No es un tema sencillo de hablar, ¿cómo se le dice a un compañero que su olor es desagradable? ¿Regalándole

un jabón para el cumpleaños? Huimos rápido de la habitación y llegamos al lobby del hotel justo en el momento en que la guía de la excursión dice Galo, así que doy el presente y me ubico codo a codo con Etelvina, que además de ser mi vecina, es mi community manager. Maneja en las redes sociales el negocio de mis reproducciones paleoartísticas, que ya lleva dos años.

Las ventas de mis dibujos de dinosaurios han superado mis expectativas con creces, con lo que gano me compro tres sánguches de jamón y queso en cada recreo para mí y mis amigos. Algo es algo. La guía es una mujer mayor de labios imperceptibles que ríe a carcajadas y se presenta como Mimí Leduc. Nos cuenta que lo primero que hay que hacer al desembarcar en la ciudad, antes de cualquier actividad, es sacarse una foto frente al letrero gigante que dice Bariloche.

Nos dirigimos hacia allí caminando, el hotel está ubicado justo enfrente del lago Nahuel Huapi, a media cuadra del centro cívico y de las letras donde los turistas se toman la tradicional foto.

El trabajo de investigación que nos trae a Bariloche empezó dos años atrás, cuando visitamos Salta y Jujuy para estudiar el rol de los pueblos originarios en el proceso independentista. Luego, en sexto, fuimos hasta Misiones y aprendimos sobre el trabajo de los jesuitas en relación con dichos pueblos.

Estos días vamos a averiguar sobre los habitantes de estas

tierras antes de la fundación oficial de la ciudad el 3 de mayo de 1902.

Estoy muy entusiasmado, el paisaje es de película, nunca antes había visto montañas nevadas, hace un fresquete de locos, pero nada que una campera y un par de guantes no pueda solucionar.

Del lago se levanta un vapor que transforma a las embarcaciones en penumbras fantasmales. Al acercarnos vemos un tumulto de gente en la orilla. Hay móviles televisivos estacionados en medio de la calle.

Lugareños y turistas rodean a un hombre de gorra y barba hasta la cintura. El sujeto tose y habla a los gritos frente a los micrófonos de los reporteros.

En un primer momento, pensamos que había sucedido una tragedia, algún ahogado o un naufragio, Mimí nos había comentado que el lago tiene una superficie de más de quinientos kilómetros cuadrados navegables. Sin embargo, nos sorprendemos al oír una exclamación que suena como un aullido gutural.

—¡El cuello era largo y lanzó un rugido antes de zambullirse!

A nadie le importa ya el cartel con las letras de la ciudad, mis compañeros y yo intentamos averiguar qué sucede, pero el gentío es difícil de evadir.

Los periodistas hacen cientos de preguntas a la vez y golpean al sujeto con sus micrófonos para obtener la exclusiva. Hasta que el hombre que parece muy asustado deja de toser, toma aire y vocifera:

—¡Lo juro por mi vida, he visto al monstruo del lago!