OPINIÓN

11 de Septiembre de 2024

¿Vivir o pasar por la universidad? La potencia de una frase y la hipocresía de nuestros representantes

“En la universidad está el secreto de la futura transformación. Ir a nuestras universidades a vivir, no a pasar por ellas, ir a formar allí el alma que irradie sobre la nacionalidad; espiar que de la acción recíproca entre la Universidad y el Pueblo surja nuestra real grandeza”.

Redes Sociales

 

“En la universidad está el secreto de la futura transformación. Ir a nuestras universidades a vivir, no a pasar por ellas, ir a formar allí el alma que irradie sobre la nacionalidad; espiar que de la acción recíproca entre la Universidad y el Pueblo surja nuestra real grandeza”. Deodoro Roca - (Discurso de clausura del Primer Congreso Nacional de Estudiantes - Córdoba, 31 de Julio de 1918)

 

La frase de Deodoro Roca, pronunciada allá, en el lejano 1918, sigue reverberando con una fuerza ensordecedora: "ir a nuestras universidades a vivir, y no a pasar por ellas". La aparente sencillez de estas palabras encierra todo un universo. ¿Qué significa "vivir la universidad"? No hablamos de un trámite burocrático. No hablamos de un paso más en el camino hacia el título. No. "Vivir" implica un compromiso, una transformación personal, intelectual y, sobre todo, social. La universidad pública no es un peaje hacia el mercado laboral, sino un espacio vital, una comunidad que se enriquece con y de sus miembros.

 

Sin embargo, mientras algunos nos planteamos la importancia de “vivir” la universidad, otros pretenden reducirla a números y costos. Ahí es donde entra en juego la ironía de una frase leída hace poco en redes sociales, que hacía referencia a que el pueblo nos paga el sueldo con el "IVA de la polenta". Muy cruel, pero cierto.

 

¿Cómo es posible que algo tan básico como un impuesto al alimento cotidiano de una inmensa parte de la población de nuestro país se convierta en el pilar de financiamiento de la universidad pública? Simple, porque mientras las clases trabajadoras contribuyen al erario público con cada paquete de polenta que compran, las grandes empresas como Mercado Libre celebran el discurso ajustador de un Milei salvador, y lo hacen con el respaldo de los millones de dólares en exenciones impositivas. ¡Qué ironía! El mejor ejemplo es el de hoy, mientras el gobierno de Milei bajo la excusa de que “no hay plata” veta la ley que modifica la fórmula previsional en favor de los jubilados y jubiladas, las fortunas de los más ricos continúan blindadas por la eliminación de Bienes Personales.

 

Pero volviendo al tema, cuando nos disponemos a hablar de la universidad como garantía de ascenso social no es mera retórica. Hablamos de que el acceso a la educación pública es la llave para transformar la vida de miles de familias. Y esto no es solo una cuestión económica, es una experiencia de vida. Los lazos que se tejen, las amistades que se forjan, los debates que se comparten en estos pasillos no tienen precio.

Como decía Deodoro Roca, la universidad es para vivirla, para crear comunidad, para formar ciudadanos críticos, y no simplemente para obtener un cartón impreso, encuadrarlo y colgarlo en una pared.

 

Por eso, mientras el gobierno de Milei y sus secuaces (nuestros representantes) con sus políticas de ajuste brutal precariza todo lo que toca, ese ajuste tras ajuste lo que debilita no es solo el sistema universitario, sino la propia sociedad. Debemos entenderlo.

Vivir la universidad, entonces, es resistir frente al individualismo que nos imponen. Es defender este espacio que nos pertenece a todos, donde se tejen redes de relaciones, vínculos y un compromiso profundo con la lucha contra las injusticias del mundo. No podemos permitir que la universidad se reduzca a una simple etapa de la vida; es un lugar para vivir, para habitar, para transformar lo individual y lo colectivo.

 

Y, sin duda, no. No podemos permitir que el IVA de la polenta sea el único sostén de un futuro que exige inversión en educación, porque sin ella, condenamos al país al fracaso. La educación es la clave para la movilidad social y la verdadera libertad, y sin este modelo universitario, muchos jamás hubiéramos tenido acceso a la educación superior.

Diego Zanetti.

Docente Universitario UNER - Afiliado AGDU.

 
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