El icónico trovador cubano, a sus 77 años, presenta su nuevo disco “Quería saber”, en un contexto de crisis económica en su patria. “Es terrible, muy fuerte, muy fuerte”, repite en esta entrevista.
Fue la voz poética de la Revolución Cubana, una inspiración para millones de latinoamericanos que vivían bajo dictaduras en los años sesenta y setenta y que soñaban con la Cuba ideal que él -y su guitarra- ayudaron a evocar. El trovador cubano Silvio Rodríguez, de 77 años, uno de los músicos más famosos de América Latina, ha publicado un nuevo álbum, el primero en tres años. Pero la vida en la isla, que atraviesa su peor crisis económica en décadas, ha cambiado mucho desde la época en que escribió “Vivo en un país libre cual sólo puede ser libre”.
“Ahora me siento incómodo cantando esa canción”, comentó Rodríguez durante una rara entrevista en su estudio de grabación en La Habana. El proyecto revolucionario cubano, al que Rodríguez dedicó la mayor parte de su música y sus letras desde su debut hace 56 años, atraviesa una grave crisis económica que ha traído inflación, hambre, tierras improductivas y ha empujado a cientos de miles de cubanos a abandonar la isla.
Rodríguez, que se considera un hombre de izquierda, dice que eso no es excusa para ignorar la crisis económica que atraviesa Cuba y que le tiene preocupado. “Es terrible”, remarcó en repetidas ocasiones cuando se le preguntó por la crisis que atraviesa Cuba. “Es muy fuerte, muy fuerte”.
El nuevo disco de Rodríguez, Quería saber, incluye 11 canciones escritas entre 2019 y 2023, algunas de las cuales expresan decepción por el camino que lleva su país. “Y aunque se imaginan guays y concienciados, la realidad es un espectáculo de ineficacia. Los jóvenes huyen en masa”, reza la letra de “Para no botar el sofá”, en la que Rodríguez canta a la juventud que ha abandonado la isla.
Aunque es consciente de los retos de su país, dice que sigue siendo leal al menos a algunos de los principios de la revolución, como la sanidad y la educación universales. “La mayoría de la gente en todas partes sólo quiere vivir su vida en paz, progresar un poco, tener algunas oportunidades”, afirma.
Nacido en la pequeña localidad de San Antonio de los Baños, cerca de La Habana, el 29 de noviembre de 1946, Rodríguez era un adolescente cuando triunfó en 1959 la revolución liderada por Fidel Castro, una figura a la que sigue admirando. Como muchos jóvenes de su generación -y de otras que vinieron después-, Rodríguez se sumó al llamamiento para trabajar por su país. Se hizo alfabetizador, miliciano, hizo el servicio militar y fue enviado a Angola como parte de las misiones militares cubanas en la guerra contra los grupos apoyados por el gobierno sudafricano del apartheid.
Debutó a mediados de los 60 con la que se convertiría en su inseparable guitarra, y llegó a actuar en decenas de países como Alemania, Chile, Argentina, México, España, Dinamarca, Suecia, Nicaragua y Estados Unidos.
Publicó 20 álbumes y escribió más de 500 canciones, llenando estadios y teatros de todo el mundo con fans que lo idolatran por su música y el peso de su poesía, llena de metáforas poderosas. “Nunca me tomé en serio a mí mismo”, dice Rodríguez sobre su duradera fama. “Uno es el resultado de su trabajo”.
Cuando se le pregunta por su legado, responde con la misma franqueza. “La virtud que tienen las canciones es que hacen compañía a la gente. Si cualquier canción mía sirve para eso, ¿quién puede querer más?”.
Fuente: AP
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