Cosecharon enormes zapallitos en una huerta en Oro Verde

Alejandro Mildenberger es licenciado en Relaciones Internacionales y vive en Oro Verde junto a su esposa Natalia y su hija Chiara. Tiene gran experiencia como docente e investigador, pero a partir de la pandemia incorporó una nueva actividad que, muy pronto y sin pensarlo, se convirtió en un emprendimiento: hizo una huerta para consumo familiar en el patio de su casa y la producción fue tan prolífica que ahora vende plantines y semillas. Desde el inicio, la familia se planteó no usar agroquímicos y solo utilizar fertilizantes naturales. Eso, más el riego constante, la paciencia y la pasión que le ponen a esta labor, dio sus frutos. Y no cualquier fruto: con gran sorpresa advirtieron que en algunas plantas están creciendo zapallitos y zucchinis de un tamaño extraordinario: algunos superan el kilo y medio, y un zapallito la semana pasada llegó a pesar 1,8 kilos.

Alejandro no encuentra explicación a por qué algunos de sus cultivos logran esta dimensión. Y si bien en un primer momento creyó que el sabor sería más amargo o al menos diferente al de un zapallito de tamaño convencional, lo probaron y era igual de rico que cualquiera. Feliz con su cosecha, así lo confirmó a UNO: “Cosechamos primero un zapallito de alrededor de 800 gramos y nos sorprendimos. Pensamos que por el tamaño iban a tener un sabor amargo o algo así, pero fue todo lo contrario, son exactamente iguales o más ricos que los que uno compra, con la diferencia de que excede el doble de grande y de peso”.

Acto seguido, destacó con entusiasmo: “Después de ese ejemplar hubo otros que llegaron a pesar un kilo y medio, y ahora tenemos uno al que lo vamos a dejar madurar en la planta y para sacar semillas, que el otro día lo puse en la balanza y ya estaba en 1,8 kilos”.

Por otra parte, explicó: “Parte de nuestro proyecto familiar fue no solo producir verduras agroecológicas, sino también apuntar a introducir variedades exóticas de todo, como tomate de distintas clases, zapallo, acelga y demás. Hemos construido un ecosistema de especies muy lindo, muy rico y diverso; y también algunas de ellas se han cruzado”.

“No hicimos ningún experimento, son semillas comunes que compramos a productores agroecológicos de Mar del Plata, las trajimos acá y las adaptamos. Esta es la tercera temporada de producción de zapallitos y zucchinis con semillas nuestras y de otros que trajimos, y dentro de la misma huerta nos encontramos con plantas que dan muchos frutos chiquitos, y otras que no dieron muchos frutos pero sí son grandes”, añadió.

Método de cultivo

En la huerta que tienen en su casa, la familia Mildenberger cosecha zapallo, zapallito, repollo, brócoli, morrones, acelga, remolacha, rabanito, frutilla, entre otras muchas variedades. Consultado sobre la forma de cultivo que utilizan, Alejandro comentó: “Nosotros en nuestra huerta no usamos ningún fertilizante comprado, sino que todo lo producimos nosotros. Tenemos dos tipos de fertilización, una es el humus de lombriz que producimos con lombrices californianas y todos los desechos de la casa; tenemos una lombriz compostera y periódicamente vamos cosechando ese compost y lo introducimos en los bancales para que se vaya abonando la tierra. Y después tenemos tres gallinitas, y con la gallinaza que producen ellas y demás, cada vez que limpiamos el gallinero también procesamos eso y lo convertimos en abono para alimentar los bancales, sobre todo durante los cambios de estación. Ese es todo el secreto, además de riego constante y paciencia”.

Otro punto que remarcó es que no usan agrotóxicos, y señaló: “Buscamos un equilibrio biológico entre los organismos que habitan el lugar e incluso usamos la hoja seca y los pastos para mantener la humedad del suelo y garantizar un movimiento de vida que también va fertilizando la tierra”.

Iniciativa exitosa

Hoy, además de cosechar para contribuir con el alimento de la familia, venden con éxito los plantines y semillas que cultivan en Oro Verde Huerta, que es como llamaron a su emprendimiento. Acerca de sus inicios, Alejandro recordó: “Esta era nuestra huerta doméstica, en la que producimos algunos de los alimentos que consumimos, y con el tiempo nos dimos cuenta de que además sacábamos muchos plantines y cuando nos sobraban los regalábamos. Entonces empezamos a transformar esto en un emprendimiento familiar. Comenzamos a producir, a partir de semillas nuestras y semillas orgánicas que conseguimos en la zona, plantines que comercializamos”.

Acerca de cómo aprendió las técnicas de cultivo y los saberes que requiere una huerta, el licenciado en Relaciones Internacionales manifestó: “La pandemia nos ha enseñado que tenemos desafíos que se nos presentan en la vida. Y la huerta fue una forma de conectarnos con la naturaleza en este tiempo tan particular, de conectarnos como familia también, y a partir de ahí empezamos a desarrollar nuestro potencial. Nos equivocamos muchas veces y de los errores fuimos aprendiendo. En base a eso fuimos perfeccionado cada vez más la técnica que aplicamos para poder desarrollar mejores plantines”.

También destacó que el trabajo se hace en equipo y esto potencia los resultados: “Somos tres integrantes: mi esposa Natalia, que administra las redes sociales y se ocupa de la comercialización; Chiara que es mi hija que tiene siete años y es quien se dedica a ayudarme con todos los trabajos de la tierra y su preparación; y yo, que estoy abocado a la producción de la semilla, los trasplantes, y también hago un poco de flete cuando es necesario acá en la zona y tenemos que llevar los plantines a domicilio”.

Por último, brindó una serie de consejos clave a quien esté pensando en hacer su propia huerta: “A quienes se inician con este arte de la huerta les recomendaría que planten verduras de estación que vayan a consumir; y después que empiecen a valorar lo orgánico, sin agrotóxicos, porque eso le aporta calidad a los cultivos. Y sobre todo, que disfruten de producir un alimento en vez de ir a comprarlo”, concluyó.

Informó: UNO Entre Ríos