Columna por el profesor José Luis Pereyra, escritor y ganador del Premio Fray Mocho
Ya expliqué anteriormente que el terraplanismo es una cuestión de fe, de creencia casi religiosa, que se mantiene a través del tiempo a pesar de todas las evidencias en contra. Estas son algunas ideas terraplanistas fervorosamente profesadas por muchísimas personas. Por ejemplo, creen sin dudar: que Cristina es una chorra; que es una viuda negra deseosa por arrebatarle la banda presidencial a Albertibio; que ella asesinó al suicidado Nisman; que todos “somos Vicentín”; que la Suprema Corte de Injusticia representa a los argentinos y no al Grupo Clarín; que el actual presidente contrajo (¡en 2018!) la millonaria deuda en dólares con el FMI; que las vacunas chinas y rusas contienen nano chips de grafeno y convierten a las personas en autómatas comunistas; que Macri y Milei son genios.
De todos esos temas he hablado en notas anteriores, sin embargo la creatividad terraplanista no conoce límites y sigue sacando debajo de la alfombra (aunque no de la historia, porque no les gusta trabajar o no les conviene) estas otras ideas tan arraigadas y falsas como las anteriores:
LOS PERONISTAS DESTRUYERON LA ARGENTINA. Es muy común escuchar frases como estas, “Ustedes, los peronistas, destruyeron el país. Son lo más nefasto que pudo ocurrirle a la Argentina.” En realidad sucedió todo lo contrario. Durante los nueve años que gobernó Perón, entre 1946 y 1955, se consolidó la soberanía política y la independencia económica. Ésta última declarada en Tucumán, el 09/07/1947, luego de que Perón saldara una eterna deuda externa con Inglaterra.
Los cuatro pilares económicos del primer peronismo fueron: a) el mercado interno, b) el nacionalismo económico, c) el rol del Estado en la industria, d) y la provisión de servicios. Al garantizar la industria nacional y el genuino empleo, se conformó un Estado de Bienestar que permitió la distribución equitativa de la riqueza. Gran importancia tuvieron en este aspecto la Fundación Evita y la creación del Ministerio de Trabajo y Acción Social. Como EL TRABAJO siempre fue prioridad del peronismo (aunque los terraplanistas exclamen: ¡Ustedes, los planeros…!), en 1949 se impulsó la reforma constitucional incorporando los derechos del trabajador y también los de la familia, de la mujer, de la ancianidad, de la educación (primaria gratuita y obligatoria), de la cultura, la protección estatal para las ciencias y el arte, la autonomía universitaria y más.
Con referencia a la actividad agropecuaria (“Yo soy el campo”, dicen los terraplanistas, ¡aunque el campo siempre haya ganado bien durante los gobiernos peronistas!), se detuvo la costosa importación de fertilizantes, plaguicidas y maquinarias para sustituirla con productos nacionales. Para tal fin, se desarrollaron las industrias siderúrgicas y petroquímicas que impulsaron la modernización, el incremento de la producción y la eficiencia del sector.
En 1946, se nacionalizó el Banco Central de la República Argentina, que había estado en manos de empresas extranjeras. De esta manera el Estado obtuvo el control absoluto de la emisión monetaria y asumió la garantía de los depósitos bancarios. Hubo créditos para el desarrollo de cada aspecto productivo y entidades que los otorgaban: el Banco de Crédito Industrial apoyó la industria y la minería, el Nación lo hizo con el agro, el Banco Hipotecario Nacional financió la construcción de viviendas y la Caja Nacional de Ahorro Postal fomentó créditos para el consumo.
En 1947 creó SOMISA (Sociedad Mixta Siderúrgica Argentina) y la empresa Agua y Energía Eléctrica. En 1948 estatizó los ferrocarriles ingleses y creó Ferrocarriles Argentinos, también ENTel (la Empresa Nacional de Telecomunicaciones). El primer gasoducto sudamericano, construido sin financiamiento externo, unió Comodoro Rivadavia con la ciudad de Buenos Aires (1600 km.), pertenecía a la Empresa Gas del Estado y se inauguró a fines de 1949. En 1950 creó Aerolíneas Argentinas, la primera empresa de bandera nacional. Ese año se fundó la CNEA (Comisión Nacional de Energía Atómica), que sentó las bases del plan nuclear argentino.
Durante esos nueve años, además de maquinarias agrícolas, se produjeron en Argentina automóviles, electrodomésticos, vagones para trenes, aviones (Pulqui I y II, Chingolo, el FMA 20 Boyero, el cohete teledirigido El Tábano), instituyó el voto femenino, convirtió parte del territorio nacional en las provincias de Chubut, Formosa, Misiones, Neuquén, Río Negro, Santa Cruz y Tierra del Fuego. Perón, además, tuvo tiempo de crear el estatuto del peón rural, la Flota Mercante del Estado y la Flota Argentina de Navegación de Ultramar (1952).
Vean todo lo que hizo Perón en nueve años: ¡No hizo casi nada, pobre hombre! ¿Quiénes destruyeron las obras hechas por Perón? ¿Acaso fueron los mismos peronistas? Ya me ocupé de Marta Ezcurra, columna del 01/05/2022, el criminal desmantelamiento de la Fundación Evita, la clausura de asilos de ancianos y niños que quedaron en la calle, el cierre de guarderías, escuelas y la destrucción de pulmotores comprados para enfrentar la pandemia de poliomielitis que, cuando llegó a la Argentina, hicieron falta y debieron comprarse a precios exorbitantes.
El gasoducto de 1600 km., que unía Comodoro Rivadavia con la ciudad de Buenos Aires y que fue pagado con fondos nacionales, necesitaba válvulas y terminales para distribuir el gas a los hogares argentinos, pero la Revolución Fusiladora consideró que eso no era prioritario y detuvo las obras. Aramburu dejó sin efecto la Reforma Constitucional de 1949 y, lo más grave de todo (más allá del bombardeo a Plaza de Mayo y a la refinería de petróleo de YPF en Mar del Plata, los fusilamientos a mansalva, la persecución política y tortura), fue su asociación al Fondo Monetario Internacional, la excesiva toma de créditos en dólares y la absoluta pérdida de la independencia económica defendida por Perón. Y digo que fue lo peor, porque a partir de esa decisión suicida, el país fue debilitándose a nivel económico, productivo y laboral.
No fueron los peronistas quienes destruyeron el gran país libre, rico, orgulloso, desendeudado y soberano creado por Perón. Fueron los otros, mientras perseguían, masacraban, encarcelaban y proscribían el justicialismo. Los otros, como González Fraga, quien dijo que no merecíamos vacacionar, comprar celulares o comer y vestirnos bien; los otros como el juez Bonadío, que quiso quemar el plan Qnitas; los otros como Macri, que sacó el Conectar Igualdad de las escuelas, que desfinanció la salud y la educación, que regaló dos satélites ARSAT, destinados a obtener comunicación gratuita y de calidad; que nos entregó atados de pies y manos ante EEUU y el FMI. Ellos fueron.
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