Publicamos la columna del profesor José Luis Pereyra, ganador del premio Fray Mocho de Literatura.
El domingo anterior les dije que la doctrina sustentada por Javier Milei, el anarco capitalismo, es puro terraplanismo. ¿Por qué? Porque cuando se aplicaron sus variantes en este país, el resultado fue el de las copas inferiores destrozadas. ¿Recuerdan la teoría del derrame? Bien, en los dos intentos de “dejar pasar, dejar hacer” (verdadero mantra liberal), las copas superiores se llenaron generosamente y solo derramaron descalabro fiscal, decepción, criptomonedas, pobreza y hambre. Las copas inferiores (el pueblo que esperaba la caída de la tan ansiada prosperidad) se vio obligado a salir a las calles pidiendo la renuncia del presidente. En ambos casos se produjo una sangrienta revolución popular que dejó muertos, dolor y una enseñanza para el futuro. Sin embargo estos antecedentes (que constituyen una realidad contundente y fácil de verificar) son olímpicamente ignorados por Milei y sus jóvenes seguidores. Los libertarios fundamentan sus descabelladas teorías en un manual de historia argentina muy particular, que parte de Alberdi, ignora a Juárez Celman y Carlos Pellegrini, se detiene en la época dorada del país “granero del mundo”, mete en una misma bolsa al radicalismo, los regímenes militares, el peronismo, sus estratos intermedios y el macrismo. “Todos fueron iguales, una manga de inútiles”, dice el útil líder de la secta, homogenizando convenientemente procesos muy disímiles y complejos.
Y es comprensible: Milei más que maestro, es un influencer vociferante e iracundo, que se dirige a un auditorio para nada refinado en materia intelectual. Los “leones”, como don Javier llama a los acólitos de su secta, son jóvenes de derecha, odiadores compulsivos, sin formación académica, que repiten de memoria las burradas históricas que aprendieron en las sagradas escrituras de Milei. Tampoco están provistos de esa curiosidad “científica” que los conduzca a indagar sobre la veracidad de las pautas dictadas por el gurú del anarco capitalismo, a corroborar sus dichos y dictámenes. He intentado conversar y chatear con estos jóvenes libertarios y, cuando quise demostrar las falacias argumentales del dogma, repitieron los tics del jefe ante el periodismo descreído o algún opositor: gritaron, putearon, dijeron que yo era un ignorante (¡claro que lo soy!), que tenía el cerebro lavado por el establishment y cortaron unilateralmente la conversación. Los leones no cuestionan a Milei, al credo, a la realidad social. Los leones libertarios tienen “FE”. Ergo: son tan terraplanistas como su líder espiritual.
Antes de recordar los fracasos históricos de las recetas liberales, debo hablarles del anarco capitalismo. ¿Qué catzo es eso? Explico: “An” es un prefijo negativo que significa “sin” o “no”; “arqué”, es una palabra griega que puede ser traducida como “origen”, “principio”, “poder” y “gobierno”. Algo comprensible si consideramos que los antiguos reyes griegos heredaban el poder de manera dinástica, es decir, desde el principio de su vida. De “arqué” derivan las palabras “monarquía” (el gobierno de uno), “tetrarquía” (el gobierno de cuatro, como ocurrió con el imperio romano en época de Dioclesiano) y “anarquía” (sin gobierno). El anarco capitalismo de Milei postula entonces la práctica de un capitalismo salvaje (la asociación con los leones no es casual), donde el Estado es reducido a su mínima expresión (se suprimen ministerios y sus órganos de control fiscal) para que el gobierno no intervenga, no ejerza controles, “deje hacer, deje pasar”. Así queda el camino libre para que nuestros muy éticos, responsables y generosos empresarios negocien a su capricho y voluntad, se enriquezcan y, como dije la semana anterior, “derramen” prosperidad y bienestar hacia el pueblo. ¡Viva la libertad, carajo!
Primer intento fallido: El Unicato, (1886-1890). Juárez Celman recibió como pesada herencia de Avellaneda y Roca, su concuñado, una abultada deuda externa que él mismo se dedicó a incrementar. Lo hizo tomando más préstamos, otorgó a empresas fantasmas 37 concesiones por ramales de ferrocarril que nunca se construyeron, facultó a los bancos privados para que emitieran papel moneda sin ningún control del Estado. Ya se sabe, la emisión descontrolada de dinero genera inflación, a lo cual se le sumaba la enorme burbuja especulativa de la Bolsa de Valores, donde se compraban y vendían acciones de empresas truchas y obligaciones de pago totalmente apócrifas. La mentira bursátil explotó en 1889, se debió clausurar la Bolsa, hubo bancos que se declararon en quiebra, la inflación trepó a las nubes y el descontento del pueblo se hizo notar. En 1890, se produjo la Revolución del Parque, organizada por la Unión Cívica Nacional. La rebelión opositora fue sofocada por el oficialismo, sin embargo logró la renuncia de Juárez Celman como presidente. Dos de los cabecillas de la revuelta popular fueron Leandro N. Alem y un joven llamado Hipólito Yrigoyen, que luego formaron la Unión Cívica Radical. A Celman lo sucedió Carlos Pellegrini, el vicepresidente, quien pudo restablecer el orden económico e institucional de la República. Uno de sus aciertos fue crear el Banco de la Nación Argentina, con el cual saneó las finanzas en dos aspectos importantes: a) centralizar la emisión monetaria; b) regular el tipo de cambio, gracias a las tablas de conversión. Por su exitoso desempeño, Pellegrini se ganó el apodo de “Piloto de tormentas”; Juárez Celman consolidó el apodo de “Burrito cordobés” y el deshonor de ser el peor presidente de la historia, récord que le arrebató Mauricio Macri, 129 años después.
Segundo intento fallido: El Menemato. Carlos Saúl Menem (1989-1999) hizo su campaña presidencial repitiendo fórmulas peronistas, pero cuando asumió el poder aplicó medidas neoliberales. Cuando alguien preguntó por qué había engañado a los electores de esa manera, el riojano contestó: “Si le hubiéramos dicho a la gente lo que íbamos a hacer, no nos habría votado nadie.” ¿Qué hizo Menem? Achicó el Estado vendiendo todas las empresas públicas porque “estaban mal administradas y eran deficientes”; abrió indiscriminadamente las importaciones, perjudicando la industria nacional, provocando el cierre de Pymes y la suba del desempleo; eliminó cualquier tipo de control por parte del Estado (hasta hubo una aduana paralela, donde ni jueces ni policías podían entrar); abrió las puertas al FMI. También mantuvo relaciones carnales con EEUU, tan estrecho contubernio que llegó a dolarizar la economía (un peso era igual a un dólar). La monstruosa criatura engendrada entre Clinto y Menem, mandatarios de ambos países, recién vio la luz en 2001, durante el gobierno de Fernando de la Rúa, quien recibió la pesada herencia de Menem, no pudo controlar la inflación, ni la suba del dólar que hacía rato había perdido la paridad cambiaria y debió irse en helicóptero de la Casa Rosada cuando los bancos se quedaron con el dinero de la gente. Fueron días de cacerolazos, gases lacrimógenos, heridos y muertos. Algunos murieron de balazos, muchos ancianos estafados murieron de dolor y angustia cuando perdieron los ahorros de toda la vida.
Debería marcar un tercer intento fallido, el del “Proceso”, una dictadura militar (1976-1983) que puso al liberal Martínez de Hoz como ministro de economía que volvió a tomar deuda externa y abrir incontroladamente la importación de cosas que se fabricaban aquí. O un cuarto, con Macri (2015-2019), que repitió al extremo errores de todos los demás. Por favor, ahórrenme el disgusto de contarlo, sumen ustedes la ineptitud de Juárez Celman, la corrupta desfachatez de Menem, las relaciones carnales con EEUU, el regreso del FMI, el achicamiento del Estado, la falta de regulaciones jurídicas o fiscales.... Y ya tendrán, al alcance de la mano, la triste y cíclica historia del país.
Pero esto no basta como escarmiento para los leones libertarios de Milei, que siguen muy panchos por la vida, leyendo el manual escrito por su líder. Dejaría a estos pobres muchachos viviendo en su plácida ignorancia, sin embargo debo darles malas noticias: Nada de lo que dice Milei es novedoso ni eficaz ni aplicable a la realidad argentina. Cuando Milei revela que sus dos primeras medidas de gobierno serán el cierre del Banco Central y la dolarización de la economía, ellos aplauden a rabiar y exclaman: “Al fin una idea distinta. ¡Qué genio!”, sin detenerse a pensar que otros ya impulsaron esas ideas con resultados nefastos. Tampoco piensan que, al dolarizar la economía argentina, será el Tesoro de EEUU quien maneje los hilos de nuestras finanzas, lo cual nos convertirá en una especie de colonia yanqui porque resignaremos soberanía cambiaria y la posibilidad de regular el mercado interno con emisión monetaria.
Otra mala noticia: ni Milei ni sus fieles seguidores son leones. Los verdaderos leones que están agazapados detrás del partido libertario para dar el zarpazo, son las empresas internacionales que patrocinan no solo a don Javier, sino también a José Luis Espert y Agustín Laje (otro burrito cordobés). En Argentina están las fundaciones Lamas, Liberar, Atlas y Libertad. Estas dos últimas tienen lazos con la norteamericana Atlas Network Fundation que, a su vez, subvenciona partidos libertarios y grupos neonazis en España, el resto de Europa y otros países del mundo. Así como los votantes de Macri se creyeron ricos, ahora se creen leones. No saben, ¡pobrecitos!, que en la selva del capitalismo salvaje, que los patrones de Milei se traen bajo el poncho, los jóvenes libertarios apenas calificarán para la categoría de suricatos. Unos pobres suricatos inferiores, cipayos y terraplanistas.
*José Luis Pereyra
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