Las actividades destructivas ejecutadas por las trasnacionales como los transgénicos, los agrotóxicos y el fracking son Política de Estado en Argentina. Los Gobiernos y muchas organizaciones ambientales suelen abordar la destrucción del ambiente con una mirada superficial
Más de 350 organizaciones de 40 países emitieron el documento “Un planeta, una salud. Haciendo la paz con la Tierra” que apunta a las causas económicas y políticas de la destrucción del planeta y sus consecuencias. En el Día Internacional de la Tierra, que se celebra por cincuagésima vez este 22 de abril, se remarca la vinculación directa entre las pandemias y la destrucción del ambiente, se cuestiona el extractivismo como pilar del capitalismo neoliberal, y se hace un llamado a un cambio urgente del modelo y apuntan al fondo del problema: “Una economía mundial basada en el mito del crecimiento y el apetito ilimitado por los recursos de la Tierra es la raíz de esta crisis sanitaria y de futuras pandemias”.
Mientras el año pasado, la Asamblea de Naciones Unidas para el Medio Ambiente en un documento titulado "Perspectivas del Medio Ambiente Mundial 6", denunciaba que el planeta se dirige hacia el colapso climático, sanitario y social, precisando que nueve millones de personas mueren cada año por la contaminación del aire y el agua, en Argentina, las actividades extractivistas a gran escala como la megaminería y el fracking siguen siendo Política de Estado mientras que Entre Ríos en particular, se destaca por ser pionera en la destrucción del bosque nativo y la que permite la aplicación de cantidades descomunales de agrovenenos sin control.
“En el debate sobre el cambio climático, el modelo tecnológico y económico dominante, no se tiene en cuenta la finitud de los recursos de la Tierra” se cuestiona en el documento firmado por organizaciones como Navdanya (India), Salud de la Madre Tierra (Nigeria), Campaña Permanente de Lucha contra los Agrotóxicos y por la Vida (Brasil), Naturaleza de Derechos (Argentina), Conamuri (Paraguay), Shumei (Japón), Red de Acción sobre Plaguicidas y Alternativas (México), Red Guardianes de Semillas (Colombia) y Terre A Vie (Burkina Faso).
Llama la atención que ninguna organización ambiental de Entre Ríos suscribe el pronunciamiento, lo que pone en evidencia no solo la falta de un serio debate y un análisis profundo sobre la realidad, sino que además demuestra que algunos de estos grupos que se dicen “ambientales” hacen culto de la apariencia.
El escrito global destaca que en la actualidad prevalece una visión “en la que los humanos están separados de la naturaleza, como amos de la Tierra que creen pueden poseer, manipular y controlar para obtener beneficios económicos” y sobresale la gigantesca contradicción de pretender una población con buena salud al mismo tiempo que se destruyen los territorios. “Nuestra salud y la salud del planeta es una sola”.
El documento sostiene que las actividades destructivas que se desarrollan a nivel global y ejecutadas por un puñado de trasnacionales constituyen Política de Estado en numerosos países del orbe, entre ellos Argentina, donde el agronegocio y la destrucción de bosque nativo, con los transgénicos y los agro tóxicos como pilares destruyen grandes superficies del territorio, y el extractivismo a gran escala cono la megaminería y el fracking constituyen ejes principales de la actividad económica.
La histórica referente hindú de la lucha por el ambiente y de resistencia frente a las multinacionales extractivas Vandana Shiva, vinculó la crisis sanitaria global con el agronegocio y llamó a cuestionar la verdadera raíz del problema: “Los sistemas alimentarios industrializados y globalizados propagan enfermedades. Los monocultivos propagan enfermedades. La deforestación está propagando enfermedades". Además puntualiza la relación entre pandemias y destrucción del planeta, su constante degradación, la extinción y desaparición de especies y la crisis climática: “En los últimos 50 años han surgido hasta 300 nuevos patógenos. Alrededor del 70 por ciento de los patógenos humanos, incluyendo el VIH, el Ébola, el MERS y el SRAG surgieron cuando los ecosistemas forestales fueron invadidos y los virus pasaron de los animales a los humanos”.
Asimismo se señala que el virus de la COVID-19 debe ser interpretado como un “llamado de atención planetaria” e insta a proteger la biodiversidad de los bosques, detener la destrucción de la tierra, promover otro modelo agropecuario, que los Estados no subvencionen más al agronegocio y a las petroleras, dejar de favorecer a la “comida basura industrial y los ultra procesados”, detener la deforestación y acabar con los monocultivos industriales tales como la soja transgénica y la palma aceitera,. “Debemos pasar de la economía de la codicia y del crecimiento ilimitado, que nos han empujado a una crisis global, a una economía del cuidado de la Tierra, de las personas y de todas las especies vivas”.
Gobiernos, empresas y muchas organizaciones que se autodenominan conservacionistas, suelen abordar la fecha con una mirada superficial, desde una óptica economicista, de “reducción de daños” o con falsas soluciones que apuntan a nuevos negocios, siempre en base a la naturaleza.
En este marco, es patético y lamentable que las autoridades políticas de Argentina y de Entre Ríos en particular, no quieran escuchar a las asambleas ambientales, a los pueblos originarios y a las organizaciones campesinas, que desde hace décadas alertan sobre la destrucción del planeta y los impactos que esto provoca en la salud y la actividad humanas.
Mario Bermúdez
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