PREOCUPANTE

27 de Septiembre de 2019

Por su bajo costo, las personas trans se inyectan aceite de avión

Cuesta diez veces menos que la intervención en una clí­nica con las prótesis legales. Pero conlleva un alto riesgo para la salud. Las protagonistas, especialistas y organizaciones alertan sobre los peligros y denuncian falta de intervención estatal.

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Grave situación en las personas trans

 

Verónica Lescano es una mujer trans de Paraná que sufrió un grave caso de mala praxis, cuando a los 18 años le inyectaron aceite de avión en el cuerpo. "No me quiero morir", manifestó, conmocionada por su difícil situación.

"A los 9 años me echaron de casa. Empecé a trabajar a los 12 años en la calle. En la calle todo es duro, lo hice por necesidad", expresó Verónica en diálogo con Canal Nueve Litoral.

"Inyectarse silicona (líquida) en los pechos es como una droga. Te ves en el espejo y no te sientes satisfecha y quieres más y más". Algunas personas transgénero agrandan su busto introduciéndose hasta 10 litros de esa sustancia en cada pecho.

"Para meterte la silicona líquida en el seno, usan jeringas gruesas, esas que son para inyectar a caballos. A medida que entra, sientes un hinchazón en la zona en la que está incrustada la aguja. A veces, (la silicona) rebalsa, pero como tú no sabes a qué se debe -y mucho menos la persona que te está poniendo-, te dice que seguramente es porque te están introduciendo mucho en ese lado y te pinchan en el otro para seguir rellenando".

"Hay una sensación de ardor y, como no es soportable, le dices (al pseudomédico): ´Descansemos un ratito´, pero te sigue poniendo la silicona. Ahí viene la sensación de extrema sensibilidad del cuerpo. Uno no quiere que le toquen mucho. Vuelves a decirle a la persona: ´Descansemos un ratito´, pero ella sigue poniendo porque debe concluir con todos los litros comprados".

"Conmigo empezaron a las siete de la noche y terminaron a las seis de la mañana del día siguiente". Esta víctima transexual de una cirugía estética furtiva, que prefirió mantener en reserva su identidad, explicó que, mínimamente, entran dos litros de esa sustancia por seno; cada litro se cotiza en 300 dólares. Otros de sus compañeros, los más arriesgados, se introducen hasta 10 litros en cada pecho.

 

 En esta época en que la imagen es una prioridad para miles de personas, la obsesión por verse bien y sentirse cómodo con el cuerpo alimenta el millonario negocio de las cirugías estéticas. Pero, debido a los altos costos, algunos sectores que no pueden acceder a ellas optan por riesgosas prácticas alternativas, realizadas en lugares clandestinos por personas no profesionales. Una decisión que puede costar la vida. 

 

La silicona industrial es un polímero inodoro e incoloro. En su forma líquida, se utiliza para lubricantes, adhesivos e impermeabilizantes. Como cualquier agente externo, al ser inyectado en el cuerpo puede causar rechazo, infecciones y derivar hacia otras partes con graves complicaciones para la salud.

 

Las travestis conforman la población de riesgo más propensa a recurrir a este tipo de intervenciones. Según las asociaciones consultadas, un inmenso porcentaje se dedica a la prostitución.

 

En estos casos, la necesidad de la transformación del cuerpo se traduce en un mayor caudal de clientes. Sin embargo, la necesidad de alcanzar, en lo estético, la figura y la identidad buscadas, aun cuando no se tienen los suficientes recursos, es lo que las lleva a estas peligrosas prácticas. Y el saldo de esta situación, según denuncian las propias damnificadas, son las secuelas irrecuperables y hasta la vida misma “Las travestis con menores posibilidades económicas para pagar una operación estética recurren a estas intervenciones que se desarrollan normalmente en forma muy precaria y, en algunos casos, ellas mismas se aplican las inyecciones”. 

 

Lo barato sale caro La intervención más requerida en el mundo de las travestis es el implante mamario, La opción para quienes no tienen recursos son las inyecciones de silicona industrial o “aceite de avión”. No obstante, esta alternativa puede significar, como sucede en la mayoría de los casos, graves complicaciones para la salud e, incluso, la muerte. El procedimiento es, en mayor o menor medida, siempre el mismo. Se realiza en domicilios particulares, que se divulgan por el boca a boca. Por medio de una jeringa, se inyecta el agente químico y se moldea su ubicación dentro del cuerpo, con fajas y elásticos, de manera tal que se pueda crear el contorno femenino buscado. Lo usan tanto para agrandarse el busto y la cola como para “redondear” boca, mentón y hombros.

 

Finalmente, con un reposo que puede durar varios días, el aceite se estabiliza, aunque, a veces, no ocurre así. El cirujano plástico Carlos Avico, explica que “consiguen los tarros con aceite industrial y rellenan el espacio retromamario, o cualquier punto, aplicándose inyecciones”. Por su parte, el psicólogo Jorge Raíces Montero cuestiona también las condiciones en las que se realizan estas aplicaciones: “No hay hábitos higiénicos marcados ni bioseguridad y no se usan guantes. Entonces, aparecen muchas patologías generadas por estas prácticas”.

 
Municipalidad Gualeguaychú

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