Las lecciones que dejó la obra cumbre de Saint-Exupery. Es el segundo libro más traducido de la historia después de La Biblia.
El 6 de abril de 1943 vio la luz la primera edición de El Principito, de Antoine de Saint-Exupéry. Han pasado 75 años y se ha traducido a más de 300 lenguas y dialectos, lo que lo ha convertido en el segundo libro más traducido de la historia. El Principito fue publicado en plena Segunda Guerra Mundial, cuando en Europa millones de niños se estaban quedando huérfanos. El protagonista es un niño desamparado que quiere comprender el mundo y esforzarse por cuidar lo más frágil, vulnerable y bello: las flores.
Como aviador, Saint-Exupéry era un apasionado de las aventuras. Sus viajes lo llevaron a destinos insospechados, un día volando por Argentina, el escritor francés tuvo que aterrizar a la vera del Castillo San Carlos, en Concordia, Entre Ríos. La familia Fuchs Valon, dueños en ese entonces de la casa, lo recibieron y le permitieron pasar varios días junto a la familia, hasta reparar su avioneta. Cuentan que las pequeñas hijas del matrimonio y el paisaje le inspiraron para escribir El Principito, ademas de otras obras.
Una obra para chicos y grandes
Para la profesora y psicóloga infantojuvenil Amalia Gordóvil, entre las principales lecciones que se pueden extraer de la lectura de este libro, se encuentran la incitación a la fantasía, a pararse y buscar más allá de lo que vemos a simple vista, y lo hace presentando el dibujo del aparente sombrero que es en realidad una boa digiriendo un elefante. Remarca, además, la importancia de la responsabilidad, el valor de lo que tenemos cerca y los vínculos especiales que mantenemos con las personas próximas, a quienes aceptamos con sus virtudes y sus defectos; lo hace a través de su historia con la única flor de su planeta.
Gordóvil también destaca el valor de la esperanza y el esfuerzo en el camino que el Principito hace junto con el piloto en busca de un pozo, remarcando que lo que hace especial aquella agua es fruto del esfuerzo al sacarla del pozo. Y a su vez reivindica la importancia de las pequeñas cosas, el saber disfrutar del lugar y el momento en el cual se encuentran las personas.
A diferencia de otro clásico de principio del siglo XX, Peter Pan, de J.M. Barrie, en el que el niño no quiere crecer y se evade, para la profesora de literatura Teresa Iribarren, en El Principito el mensaje es bien diferente: todos los niños se hacen mayores, y esto quiere decir que tendrán que asumir responsabilidades y superar pérdidas. «Han de emprender su propio viaje vital y hacer frente a los peligros y a las incertidumbres sin tener a los padres al lado. La vida, como el lenguaje metafórico de El Principito, no es nada fácil», apunta.
Frases importantes de El Principito
Redacción / Abc.es
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