Un objeto creado en Argentina que cambió la escritura. El bolígrafo o birome tiene casi 80 años y no ha sido superado en funcionalidad y comodidad
Hace 117 años, en Budapest, Hungría, nacía László József Bíró, un periodista e inventor que se nacionalizó argentino cambiando su nombre a Ladislao José Biro, y es el responsable de uno de los inventos más trascendentes en la historia. Por eso hoy Google con un doodle recuerda el cumpleaños del inventor.
Molesto por los inconvenientes que le ocasionaba su lapicera de pluma fuente cuando esta se atascaba, tuvo una idea. Observando a unos niños que jugaban en la calle con bolitas que al atravesar un charco dejaban una línea de agua en el piso seco: ahí se dio cuenta de que en vez de utilizar una pluma metálica en la punta, debía utilizar una bolita. Biro patentó un prototipo en Hungría, en 1938, pero no lo llegó a fabricar.
En 1940, ya radicado en la Argentina, con su socio Juan Meyne, formaron la compañía Biro Meyne Biro y en un garaje con algunos empleados y un bajo presupuesto, el hungaro-argentino perfeccionó su invento, con una nueva patente en Buenos Aires y lanzó el producto al mercado bajo el nombre comercial de Birome, una marca que surgió de la mezcla de su apellido con el de su socio. Por eso aqui al bolígrafo se le sigue llamando birome.
En 1943 licenció su invento a Eversharp Faber, de Estados Unidos y en 1951 a Marcel Bich, fundador de la empresa BIC de Francia.
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