OPINION

25 de Septiembre de 2020

Pandemia y medios hegemónicos

Por Eduardo Garcí­a Jurado (*)

Redes Sociales

 

La posverdad, como afirmación de hecho real que no existe, siempre se practicó. Pero en nuestra era de globalización, de los medios masivos de comunicación radiales, televisivos, gráficos, redes sociales -Internet-, además de tomar esta nominación, se han constituido en un factor de poder incontrolable para casi la totalidad de los ciudadanos. Consecuentemente, quien maneja esta herramienta puede hacer “hablar hasta las piedras y poner bajo su firma” cualquier hecho o relato.

La prensa adquirió relevancia comunicacional-política, con  la imprenta. Desde ahí (siglo XIV) hasta la fecha, con los avances tecnológicos referidos, incrementó su poder. Nadie discute el Derecho a la información- a dar y recibir información- -veraz,-de interés público-, y no dañar interés colectivo; derecho privilegiado- con límites cuando causa  daño. Pero la avalancha -sobrecarga- informativa- con un receptor pasivo elimina capacidad  crítica  y pone en peligro la construcción de ciudadanía. La UNESCO, ante ello, reafirmó el derecho a seleccionar información-período de descanso o silencio autoimpuesto- (por ejemplo, la. realidad informativa en pandemia).

En materia Judicial Penal el derecho de información tiene  límites, para  asegurar la   prevención  y  persecución del crimen; consolidar garantías individuales del imputado (principio de inocencia) y de la víctima (derecho a la intimidad), y respetar la imparcialidad del Poder Judicial libre de presiones.

Hoy la publicidad  de los medios de comunicación en algunos casos afecta los límites  y actúa como Factor Criminógeno (facilitador de la criminalidad). Y en otros, impide la impunidad, al visualizar hechos -presuntamente delitos- que el poder real pretende ocultar.

Karl Popper (1993) -liberal puro-, exigía regulación para los medios; afirmaba que la televisión determina más violencia y erosiona la educación. Los grandes medios, y más aún si actúan oligopólicamente-, conformando grupos económicos diversificados,  deciden la agenda de sus publicaciones, bajo razones de lógica empresarial:

  • Rating (más en hechos impactantes, en directo o replay);
  • Imponiendo Política Criminal-mano dura- y
  • Estableciendo agenda política como  actores políticos  (¿principal partido político?)

Todo ello, cabalgando sobre las debilidades, mezquindades y “olvido” de los principios  por  parte de los representantes de la soberanía popular (oficialismo/oposición). Así se debilita la democracia.  Estos medios concentrados, discuten, según convenga a sus intereses, sí existen las operaciones denominadas fake news (noticias falsas); trolls (información falsa generada de cuentas apócrifas por redes sociales); lawfare (guerra judicial; Justicia Mediática, Condena Social, luego Judicial) y golpe blando (apariencia de institucionalidad, democracias debilitadas).

En un contexto global, en donde el capitalismo financiero impone su lógica del mercado, en aras sólo del interés de  una mínima cantidad de privilegiados,  aflora la pandemia del COVID 19, como demostración cabal del inhumano camino trazado por  el lucro sin importar el semejante y  nuestra Madre Tierra. Para lo cual, la posverdad y el manejo mediático constituyen elementos imprescindibles para disfrazar la inequidad, la intolerancia y pretender vendernos nuevamente, espejitos de colores. La ausencia natural de solidaridad, también explota ante el flagelo universal que nos  hacen padecer.

Las expresiones  de control  y manejo de información falsa o sesgada, se practica también universalmente (caso Brexit en Inglaterra-; elecciones-espionaje en  EE.UU, por ejemplo).  Y para nuestro país, el triste espectáculo- de los medios dominantes - de tratar  todas y cada una de las medidas de quienes tienen la responsabilidad de gobernar en pandemia, como si fuera la peor manera de decidir las políticas públicas.

Claro está que los funcionarios-servidores públicos, también contribuyen con  errores y mezquindades  inadmisibles. Todo está a la vista, pero analicemos la información con poder de crítica, masticando de donde viene y que se busca con la información  falsa o parcializada, en una excepcionalidad alarmante e impredecible. No es lo mismo 10.000, 100.000  muertos de COVID 19, sin comparar con la cantidad de población en una Nación determinada respecto de otra, máxime cuando  una sola vida nos duele. Poco importa, la historia reciente, la lejana, sólo se trata de imponer hoy los intereses corporativos sobre el Bien Común. Hasta el Papa es cuestionado en sus mensajes y acciones, en  favor de  la ecología integral; de los gobiernos sobreendeudados por la avaricia del sistema financiero internacional y sus aliados internos.

Albert Camus en “La peste”, afirmaba que “lo peor de las pestes no es que mata a los cuerpos, sino que desnuda a las almas y ese espectáculo suele ser horroroso” y pareciera que afecta la noble misión de informar verazmente.

Estamos a tiempo. La pandemia, con su básica faz de salud, pero también económica, social y de valores,  permite resaltar a los auténticos ciudadanos,  solo falta hacer respetar todos los días la decisiones de las urnas. No aceptar ser meros consumidores de una sociedad enferma y contaminante.-           

(*)  Profesor de Criminología en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora y de Política Ambiental  en la U.A.D.E.R.-CEPES-

 

 
Asociacion Mutual Frigorifico Gualeguaychú

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