Evitar las grietas: "Una tarea para el hogar en Argentina", por Darí­o Carrazza

“Unidos y separados” podría ser la consigna que defina este momento de los argentinos. El mundo cambió repentinamente y dejó en orsai al más pintado. Debemos poner en juego nuestra nunca empolvada versatilidad para las crisis y buscar la forma de capear esta tormenta.

No sirven las peleas, los mesianismos ni “tener razón”. Se avecinan tiempos duros que pondrán en jaque mucho más que a un sector del gobierno, al gobierno, al país, a la región, a las etnias. Es un desafío para la humanidad, y solo pensando como humanidad podremos salir adelante.

Y un día el mundo dejó de ser lo que no era….

Un día el mundo dejó de ser ese lugar que suponíamos y que no era. Un universo conocido, explorado al detalle, sin secretos, y cuyas únicas sorpresas o novedades podía provenir del comportamiento humano.

Era posible recorrerlo a través de aviones, videos, fotos y el minucioso Street View de Google.

El oropel del capitalismo globalizado, la inteligencia artificial asociada al comercio, donde uno llegaba a levantarse, acostarse y aún dormir con el mercado y la información, conectados mediante los smartphones, dejó de golpe de ser lo más relevante.

Curiosamente lo que ha puesto en jaque este paradigma es algo antiguo, casi diríamos medieval: una pandemia.

Nada será igual después de ella. Las ideas sobre la tecnología, la propiedad, y las relaciones económicas, sociales y políticas entre las personas se verán afectadas. Todavía no sabemos de qué manera y cuánto, porque la urgencia se lleva puesto todo. Y es comprensible.

Evitar las grietas

En Argentina y en casa enfrentamos nuestra propia lucha, porque el “inagotable mundo global” nos encerró de golpe en nuestros países, nuestras ciudades y en nuestra propias casas.

Por ello la política será esencial en la administración de cuestiones ante las cuales la internet, las redes sociales y el big data se exhiben impotentes.

Más allá de toda especulación, la imagen del Presidente haciendo anuncios en compañía de gobernadores de distintos partidos fue una señal que estuvo a la altura de las circunstancias. No lo veíamos, creo, desde aquel balcón de Alfonsín, en Semana Santa de 1987. 

En general y a todos los niveles de gobiernos se viene transmitiendo una actitud de colaboración y de quitarle volumen a los desacuerdos.

Debemos acompañar estos esfuerzos desde nuestras casas, como si fuera una tarea para el hogar.

No me refiero a que no opinemos, ni pensemos, ni tengamos nuestros puntos de vista; sino que evitemos promover nuevas querellas y cuestiones basadas en desacuerdos pasados. Al menos hasta que todo esto afloje, algo para lo cual parece que todavía falta algún tiempo.

Cómo podemos colaborar

Como se viene repitiendo hasta el cansancio, lo primero que tenemos que hacer es encerrarnos. Todo lo posible. Parece simple per hay algunos que se resisten a entenderlo.

Hace falta comprender que la cuarentena es un criterio epidemiológico y no solo de cuidado personal. Quedándome en mi casa no me cuido a mi mismo solamente sino a los demás. Y principalmente los más jóvenes estarán cuidando a los mayores, que son blanco más fácil para la peste.

Esto debe ser un ensayo de solidaridad preparándonos para los tiempos que se vienen. Opiniones autorizadas pronostican graves consecuencias económicas. Grandes sectores de la población ya las están sufriendo, pero la cosa a gran escala todavía ni siquiera ha empezado.

No es época para líderes mesiánicos que solo agudizarán los tiempos y el filo de los problemas. Necesitamos humanismo, dejar atrás antiguas cuentas y pensar el mundo desde hoy para adelante.

La humanidad tenía pendientes varios desafíos como especie, pero hoy se le ha presentado uno que no podrá eludir, esconder ni aplazar.

Pidámosle a la vida o a aquello en lo que cada uno crea -como gusta decir un amigo- para que podamos dejar este flagelo en el pasado, y volver a abrazarnos en paz y con salud.

               *Presidente UCR de la ciudad de Gualeguaychú