RECUPERACIÓN

19 de Julio de 2019

"El rugby me sacó del infierno de la cárcel", dijo Alejandro Fernández

El integrante del equipo "Los Espartanos", Alejandro Poto Fernández, contó su historia de transformación para dejar atrás el pasado y reinsertarse en la sociedad.

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Entrenamiento

 

“Soy de Don Torcuato, tengo 36 años, con un pasado que no puedo cambiar pero si proyectar el futuro”, dice Alejandro al presentarse en RADIO MÁXIMA.

“Estuve 17 años detenido por tres condenas por delitos contra la propiedad. Estuve muchos años encerrado en esa burbuja donde solo me cuidaba a mí, mirando mi ombligo, pero es feo, y  con la mirada del prejuicio esperando que te equivoques de nuevo”, continúa.

“Yo era un preso complicado, en un pabellón feo y oscuro. Cuando me trasladaron a San Martin lo primero que vi fue la H y pregunté de qué se trataba. Justo se terminaba el entrenamiento y me preguntaron si me gustaría sumarme al grupo, yo no tenía idea de que se trataba, pero una vez viendo televisión vi un compañero mío en Espartanos y eso me motivó. Me quedé viendo y pensé que me iban a matar. Me sumé a los entrenamientos, pero no quería jugar, hasta que me convencieron. Al principio me lastimé, me pasó de todo, pero fue un proceso, aprendí valores, conocí gente buena, la mente se me empezó a abrir, dejé de drogarme, de tomar pastillas. Después me cambiaron de pabellón, y empecé a vivir de otra manera. A los tres meses me sacaron afuera a jugar, yo no lo podía creer, sentí mucha emoción, llevaba cuatro años sin salir y fue mi primer partido oficial”, cuenta.

Alejandro repasa sus partidos, lesiones y vivencias y recuerda que empezó a recibir visitas de sus familiares, que conoció dos sobrinos. Habla de Espartanos y cuenta que cuando recuperó la libertad empezó a trabajar en una empresa de agua y sodas y además se formó dentro de la misma cárcel en entrenamiento de CrossFit a partir de una cadena de gimnasios que concurren para brindar distintas posibilidades, por lo que ya en libertad colabora con los entrenadores  y da clases personalizadas a 8 alumnos.

Habla de su familia y su papá que “era policía de la federal y los hijos le salimos torcidos”, se lamenta, “pero desde Espartanos pude recuperar la relación con él y al menos despedirme por carta antes que muriera. No lo volví a ver, pero pude ir a su velorio. Supe que mi madrina le leyó la carta y el reía y lloraba al mismo tiempo. Hoy día estoy en mi casa y no caigo aún que él está muerto. Salí preparado y con muchas herramientas, pero es muy duro enfrentar las ausencias”, dice quebrado por la emoción. “Antes no me importaba lo que decían de mi, la mirada del otro, pero hoy si”, finaliza.

 
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