OPINIÓN

15 de Enero de 2019

Los femicidios y su repercusión en las redes sociales

Agustina Imvinkelried  fue asesinada y ya es la séptima del año.

Redes Sociales
Alarmante estadística

 

El 14 de Enero Facebook, Instagram y Twitter volvieron a estallar con posteos que reclamaban el cese de la violencia hacia las mujeres. A tan solo dos semanas de empezado el año ya son siete los casos de femicidios. Las pibas no aguantan más y gritan basta.

No es un grito de alegría ni de sorpresa como quien recibe una buena noticia, sino uno de dolor y lucha. “Paren de matarnos” dicen y piden por un periodismo con perspectiva de género que no diga “apareció muerta” como si se tratase de una obra de magia.  Quieren que las cosas sean dichas como son: “no aparecemos muertas, somos  asesinadas”.  Es increíble cómo cambia el mensaje y la construcción de la realidad cuando se usan palabras distintas. El verbo aparecer es pasivo, incluso ingenuo. Sin embargo,  el verbo matar es mucho más fuerte, más impactante, más incómodo.  Foucault afirma en su texto “Las palabras y las cosas” que cuando uno utiliza el lenguaje para describir una situación  lo que en verdad está haciendo es construir realidad y quienes se llevan la posta  en esta materia son los medios de comunicación.  Por suerte, la aparición de las redes sociales permitió la irrupción de un nuevo espacio de expresión donde fluyen tantos puntos de vista como gente en el mundo. Lamentablemente, como siempre pasa, la libertad de expresión se confunde  y se convierte en libertad de agresión y desacreditación del otro. En la maraña de comentarios digitales se puede leer a gente que pone en duda el comportamiento de las mujeres y lo que es peor muchas veces se justifican las violaciones o los asesinatos: ¿Por qué viajaba sola? ¿Qué tenía puesto? ¿Cómo quería que no le hicieran nada si era provocativa? ¿Qué hacía a esa hora sola? Estas y otras tantas preguntas desvían  la atención del  tema central: la violencia.

 

 Recientemente leí en Facebook el comentario de una mujer que preocupada decía  que ahora los hombres  no saben cómo tratar a las mujeres y que tienen miedo de acercarse a una chica por temor  a que los denuncien. Me quedé pasmada ante semejante opinión pero después reflexioné y  pensé  que es necesario  que aprendamos de nuevo  a cómo relacionarnos, movernos, vestirnos, en definitiva a cómo ser.  El cambio de reglas de juego ocasionado  por  el crecimiento del movimiento feminista produce dos cosas: no saber para donde disparar y por lo tanto reaccionar violentamente ante lo distinto o un  “proceso de deconstrucción”. Esto último permite poner en tela de juicio ideas  que nos inculcaron y que enmascaraban relaciones toxicas tras el lema “si te cela, te quiere” o  justificaban abusos sexuales “ porque si llevás pollera corta o si tenés relaciones sexuales báncatela”, “si te gusta el durazno aguántate la pelusa”. Y las pibas no aguantaron más y comprendieron que los celos no son sinónimo de amor, las violaciones nunca son culpa de la víctima por llevar una pollera corta y las relaciones sexuales son voluntarias o no son. Y entonces todo lo que se creía hasta hora se vio truncado y eso produjo temor.

 

El 11 de Diciembre del año pasado, Thelma Fardín denunció al actor Juan Darthés por violación. Tal declaración produjo las más variadas reacciones, en especial una liberadora y dolorosa. Varías chicas, empoderadas por el testimonio de Fardín, publicaron en las redes sociales sus historias. Nos sorprendió ver la cantidad de mujeres jóvenes que hicieron público hechos de violencia que  habían sufrido hace tiempo y que recién ahora se sentían capaces de  contar. A esto le sucedió una oleada de apoyo con el “yo te creo” y el hashtag #miracomomepongo. Por supuesto, las reacciones machistas no tardaron en llegar y en vez comprender a las víctimas, las volvieron a atacar ¿Cómo era posible que estas chicas no hubiesen denunciado antes? ¿Cuál era la necesidad de hacerlo ahora? ¿Qué es lo que quieren? ¿Arruinar familias? Muchos hablaban del miedo que tenían los hombres a ser expuestos y esto nos tiene que hacer ruido. Si tienen ese temor es porque no están exentos de culpa. Pero nuevamente nos volvieron a llamar exageradas.

 

 No es el hombre de carne y hueso un monstruo malvado de cuentos de hadas, lo realmente peligroso es algo que no se puede tocar y ver pero sí, detectar en diferentes hábitos y creencias. Empieza cuando te  dicen que no te vistas de determinada manera , cuando te preguntan por qué no sos madre, o cuando te gritan obscenidades en la calle y te incomoda pero te acostumbras y en el mejor de los casos cambias de vereda. Empieza cuando en jardín te dicen las nenas con las nenas, y los nenes con los nenes. O cuando te sacan el autito o la espada y te dan una muñeca  al mismo tiempo que al niño le dan la espada y le sacan la muñeca. El monstruo permanece invisible a los ojos de quienes ven con  normalidad que la mujer debe llevar la pollera larga, o no llevar demasiado escote, o si lo hace que se joda. El peor monstruo no es el que mata, y sé que muchas no estarán de acuerdo. Para mí, el mayor monstruo es el que  cava tu tumba si te desvías un poco del camino. Las redes hablan, me corrijo, nosotras hablamos en las redes a pesar de que nos quieren callar. Otra vez, otra semana más que se van a quejar de que somos pesadas, de que siempre insistimos con lo mismo, de que somos exageradas.  Perdón si les jode pero  vamos a seguir  inundando las redes y las calles de reclamos. Porque la insistencia es una forma de resistencia. Por resistir hemos logrado desenmascarar todo el entretelón del poder que nos mantenía cautivas en una cocina, o en una casa. Y no, no estamos en contra de que la mujer se ocupe del cuidado del hogar y de su familia, si eso desea. Estamos en contra de que sea lo único a lo que una mujer puede aspirar. Estamos a favor de que la mujer sea libre para decidir su futuro  laboral, educativo, sexual, afectivo. Y aunque no parezca, esto también le permite al hombre liberarse de los estereotipos de masculinidad. Desde tiempos remotos la libertad pareció tener un precio y muchas veces fue la sangre, la vida. Ojala algún día la libertad sea un derecho universal y no un estandarte de lucha. Ojalá algún día los reclamos por libertad sean raros y distópicos, porque ya no hagan falta.

 

 

 

*Colaboración

 

Camila Mateo

 
Asociacion Mutual Frigorifico Gualeguaychú

Gracias por tu interés en breve te estaremos llamando!

¿Estás interesado en anunciar en MaximaOnline?

Déjanos tus datos y un responsable del área comercial te estará contactando a la brevedad!
Completa tu Nombre!
Completa tu Numero de telefono!
Completa tu Email!

Estamos en Facebook danos un me gusta!