COLUMNA

16 de Abril de 2017

Algo nuevo está brotando

Por monseñor Jorge Eduardo Lozano, arzobispo coadjutor de San Juan de Cuyo y presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social

Redes Sociales

 

En el último Libro de la Biblia, a pocos renglones de terminar, se nos narra una visión festiva en la cual el autor nos dice: “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva” (Ap. 21, 1), y Dios desde el trono proclama: “Yo hago nuevas todas las cosas” (Ap. 21, 5). Esta es una de las consecuencias de la Pascua. Cuántas veces anhelamos algo distinto en nuestra sociedad, en la familia… Incluso varias veces escuché a algunos que me abrieron el corazón y me confiaron: “si pudiera volver el tiempo atrás, haría tal cosa de modo distinto”.

Hay una canción que recoge parte del diálogo entre Jesús y Nicodemo (ver el Capitulo 3 del Evangelio de San Juan) que afirma: “es posible nacer de nuevo, es posible volver a nacer”. Y realmente es así. Pero enseguida debemos aclarar que no sucede como si usáramos una varita mágica o contáramos una fábula. No es una fantasía engañosa.

La Pascua desencadena la fuerza liberadora del Espíritu Santo que nos fortalece en el camino de la fe. En esta vida estamos llamados a ser mensajeros de paz, constructores de esperanza. La resurrección de Cristo es un acontecimiento irrevocable, no tiene marcha atrás.

El Profeta Ezequiel nos cuenta una visión muy particular que te quiero compartir. Prestemos atención y usemos la imaginación para abrirnos al mensaje que el Profeta describe: “La mano del Señor se posó sobre mí, y el Señor me sacó afuera por medio de su espíritu y me puso en el valle, que estaba lleno de huesos. Luego me hizo pasar a través de ellos en todas las direcciones, y vi que los huesos tendidos en el valle eran muy numerosos y estaban resecos. El Señor me dijo: ‘Hijo de hombre, ¿podrán revivir estos huesos?’. Yo respondí: ‘Tú lo sabes, Señor’.(…) Así habla el Señor a estos huesos: Yo voy a hacer que un espíritu penetre en ustedes, y vivirán’ ”. (Ez. 37, 1-3. 5)

¿Creés esto? ¿Creés que es posible? Me imaginaba este diálogo de Jesús conmigo en un cementerio. Él pone su mano en mi hombro como un amigo, y con la otra mano me señala las tumbas y me dice: “Jorge, ¿vos creés que puedo resucitar a todos estos? ¿Sólo a la mitad? ¿A diez?”. Y vos, lector o lectora, ¿qué creés que puede Dios? El relato profético es maravilloso, y nos cuenta cómo Dios fue haciendo que allí, en esos huesos resecos, creciera la carne, e invocando el Espíritu Santo, aliento de vida.

La Pascua nos lleva a celebrar la resurrección de Cristo como acontecimiento central de nuestra fe. Y es vida nueva también para todos nosotros. Él fue enviado por el Padre a sanar los corazones afligidos, a vendar nuestras heridas. Nos libera de la fragilidad del tiempo, de lo fugaz de la vida, para colmarnos de eterna alegría.

En el Evangelio de San Mateo que leímos anoche en la Vigilia Pascual se nos muestra a algunas mujeres que el domingo tempranito van a visitar el sepulcro para honrar el cadáver del amigo crucificado, y se encuentran con Jesús Resucitado, que les cambia el ánimo y, llenas de alegría, van a dar la noticia a los demás. (Mt. 28, 1-10) Algunas escenas evangélicas dan cuenta que los discípulos están tan contentos que les cuesta creer, y que son sorprendidos en medio de situaciones de confusión.

La Pascua nos muestra la vida nueva que brota aun en medio de la decepción y la contundencia de la muerte.

El Papa Francisco nos enseña: “Su resurrección no es algo del pasado; entraña una fuerza de vida que ha penetrado el mundo. Donde parece que todo ha muerto, por todas partes vuelven a aparecer los brotes de la resurrección. Es una fuerza imparable. Verdad que muchas veces parece que Dios no existiera: vemos injusticias, maldades, indiferencias y crueldades que no ceden. Pero también es cierto que en medio de la oscuridad siempre comienza a brotar algo nuevo, que tarde o temprano produce un fruto. En un campo arrasado vuelve a aparecer la vida, tozuda e invencible”.(EG 276)

Así lo cantamos con poesía: “Pues es posible ver de otra manera / la trama que se te hizo tan confusa, /¿no ves el hilo de oro de la Pascua / que rediseña todo lo que cruza? /¿No ves que desde dentro de las muertes / la muerte fue implotada y ya no mata? / Y se revela el nombre de la vida: /y el nudo que te ataba se desata”.

Que esta Pascua, te revele, me revele, nos revele la fuerza imparable de nuestra propia fe.

 
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